Viernes, 26 de Abril de 2024
Pulsa ENTER para buscar

César Simón en cualquier momento

aquetaci—n 1Aunque muchos creen que es lo mismo, hay una diferencia genética –es decir, en su origen–, entre los aforismos y las revelaciones. La confusión habitual reside en creer que ambos son frases cortas que afloran grandes verdades. Ya el hecho de imaginar una ingeniería tan compleja nos acerca más al mundo de la física que al de la filosofía. La física es capaz de distinguir el átomo, pero la filosofía no alcanza a entender a una hormiga.

[masinformacion post_ids=»93343″]

Mi preferencia por las revelaciones frente a los aforismos es casi religiosa. El aforismo reduce la sabiduría a la brevedad. La revelación no busca ninguna verdad, simplemente se aparece, aflora, como si fuera un pájaro que sale volando de un árbol. Para construir un aforismo hay que pensar, pero para que se produzca una revelación no hay que hacer nada. Solo estar relajado, pero atento.

Uno de los más ricos y florecientes escritores de revelaciones del siglo pasado, tanto en Valencia como en la literatura española, fue muy poco conocido y se llamó César Simón (1932-1997). Pese a haber publicado una obra de una profundidad inusual, César Simón pasó por este mundo tan metido en sí mismo, que era casi imposible encontrarle.

Se le conoce, sobre todo, por su obra poética, reunida y publicada por la editorial Pre-Textos, que también editó dos libros de sus revelaciones, “Perros ahorcados” y “En nombre de nada”. Ambos tienen forma de diario, con las fechas e incluso las horas en las que fueron escritos, y son el género literario perfecto para quien quiere leer algo provechoso e invertir poco tiempo, ya sea en el AVE o en cualquier momento de reposo y tranquilidad.

Veamos un ejemplo. En “Perros ahorcados”, César Simón escribe: “Qué silencio, debido a la hora y a que he aislado con cera mis oídos. Este silencio es aquel lejano del pueblo de entonces, de los alrededores del pueblo de entonces o el que he escuchado siempre en mí mismo”. Parece prodigiosa la unidad que encuentra entre un hecho aislado y cotidiano, hasta que lo entiende como algo que siempre ha estado en su vida.

Otro ejemplo, en este caso de “En nombre de nada”. “El mundo es demasiado mundo para que sea el resultado de nada. Que hay algo, a veces lo afirmamos. Aunque tal vez sea algo que permanezca hermético hasta la eternidad, incluso para sí mismo”. Ninguna religión ha dicho jamás lo que César Simón. En todas se soluciona la trama de la película. Pero en la suya no es que no ocurra nada, sino que puede que ni lo eterno, el más allá, tenga conciencia de que existe. Esto explica el título del libro.

Se dirá que todo esto es filosofía. No. Es lo que le sucedía a un ser humano en su vida diaria. Una persona peculiar, distinta, capaz de ir andando con una revista debajo del brazo, entre escaparates de camisas, y tener la capacidad de no perder nunca la visión de toda la realidad. De la cotidiana y de la inmensa. La única que existe.  

Turismo-sostenible
Turismo-sostenible
Caixa Ontinyent emancipar-te
Esat primero ranking

Dejar una respuesta