Aportaciones de la ciencia a los retos alimentarios

Aportaciones de la ciencia a los retos alimentarios

¿Qué aporta la ciencia en materia de abastecimiento y aprovechamiento alimentario?

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Daniel Ramón (Biópolis)

Daniel Ramón. Es pertinente la cuestión que ha planteado Pedro -¿vamos a poder alimentar a la población en 2050?-, a la vista de lo que ha pasado en este planeta en los últimos años. En poco más de 200 años (de 1800 a la actualidad), hemos pasado de 880 millones de personas a 7.000 millones. Además, sabiendo como sabemos que en el planeta se produce la suficiente cantidad de alimentos para que nadie pase hambre, de los 7.000 millones de habitantes que somos, 100 millones padecen hambruna. Está claro que en 200 años hemos cambiado el planeta de forma drástica. Pero, ¿y el futuro? En 2050 seremos 9.000-9.500 millones de habitantes. Hay zonas del planeta donde está creciendo muchísimo la población, como el sudeste asiático, y ese crecimiento va ligado a cambios importantes de la dieta alimentaria, tendentes a un mayor consumo de proteína animal. Pero no podemos olvidar que, para conseguir un kilo de proteína animal hay que consumir 8 kilos de proteína vegetal.

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Pero en paraleleo, sabemos que en los próximos  30-35 años, vamos a perder un 10 % de la superficie cultivable por erosión del suelo, cambio climático y aumento de la salinidad. Las perspectivas son malas y urge pensar en un cambio del modelo de producción alimentaria. Parece obvio que tenemos que intentar producir más y de forma más eficaz y la solución a este problema no es de carácter tecnológico, sino político-social, donde la ciencia puede ser un broche perfecto, pero la solución real depende de otras cosas.

Desde el ámbito de la ciencia lo que podemos decir es que, para incrementar productividad global del sistema alimentario, hay que mejorar la productividad en el campo, y hacerlo con el menor impacto ambiental posible. Esto, a día de hoy, solo es posible con el empleo de biotecnología; lo que vulgarmente llamamos transgénicos. En 20 años de uso de transgénicos, sobre todo en soja y maíz, los datos son abrumadores en cuanto a reducción de impacto ambiental, configurándose como una alternativa sostenible, pero la UE no ve con buenos ojos a los transgénicos.

La aportación de la ciencia en este tema consiste en desarrollar nueva materia prima –transgénicos-, que no exijan el uso de tantos plaguicidas o pesticidas. También hay mucho por hacer en materia de alimentación animal, optimizando la generación de esos kilos de proteína animal, aunque no es fácil porque los procesos productivos ya están muy optimizados.

Otro terreno donde la ciencia puede aportar mejoras sustanciales en el sistema alimentario global es en lo relativo a los residuos. Nuestros actuales sistemas productivos no son eficaces, porque para obtener un kilo de producto final generamos una cantidad importante de residuos, que hoy muchas empresas tienen que pagar para que se los lleven. La ciencia puede aportar mejoras ahí, reutilizando y rentabilizando dichos residuos. Por ejemplo, a partir de los residuos que genera la cadena alimentaria, la biotecnología puede conseguir cosas de mucho valor añadido, como microorganismos capaces de producir plástico biodegradable para hacer bolsas que en dos meses desaparezcan si están expuestas en el medio marino o al aire libre.

Y habría que hablar también de lo que va a suponer para la alimentación humana la llegada de la secuenciación genómica masiva. Hace 15 años se publicó el primer mapa del genoma humano, un proyecto en el que se invirtieron 3.000 millones de dólares y que exigió el trabajo de miles de científicos durante diez años; hoy, en Biópolis –ahí en el Parc Cientific-, un técnico de FP hace un mapa de genoma humano por 6.000 euros en unas tres semanas. Este salto se ha conseguido en solo quince años. En unos pocos años más se podrá hacer por unos 200 dólares, en diez minutos y no necesitaremos ni técnico de FP, porque el usuario secuenciará su propio genoma mediante unos programas informáticos que se podrán descargar en cualquier dispositivo digital.

¿Qué impacto tiene eso en la alimentación? En los países ricos, como los de la UE, casi todos vamos a tener programas de secuenciado en poco tiempo, porque las compañías de seguros nos lo van a exigir, con lo que sabremos qué genes tenemos que nos predisponen, por ejemplo, a desarrollar un cáncer de colon, y aprenderemos que si seguimos una dieta que no favorezca el estreñimiento, tendremos menos probabilidades para desarrollar ese cáncer. Empezaremos a mirar mucho más lo que comemos. Incluso llegaremos a acercar un alimento a nuestro reloj y nos dirá si es rojo, verde o naranja para nuestro genoma.

Y esas técnicas se van a aplicar para el control de la seguridad alimentaria, con una diferencia transcendental: con las técnicas actuales de control alimentario, encontramos lo que vamos a buscar, pero no nos dicen nada de aquello que no estamos buscando. Con la tecnología genómica podremos saber todo lo que hay dentro de un alimento, vayamos a buscarlo o no.  

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