– ¿Cómo se ve dentro de diez años?

– Seguiré siendo empresario, porque me encanta. Esta crisis que he pasado y los cambios que he vivido me han forjado y preparado para todo. Me siento más empresario que nunca y reivindico la figura y función social del empresario. Por desgracia, en este país aún hay que explicar qué somos los empresarios: gente que intentamos transformar nuestras ideas en modelos económicos que funcionen y sean competitivos.

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Pero concretando la respuesta, dentro de cinco o diez años me veo haciendo las mismas tres cosas que hago hoy: un 70 % de mi tiempo lo dedico a la actividad empresarial, que es mi motor de vida; un 15 % lo dedico a liderar proyectos que considero buenos para la Comunidad Valenciana; y el 15 % restante apoyando y aportando a organizaciones civiles: soy el presidente del Club de Innovación de la Comunidad Valenciana y del Club Mediterráneo de Marketing, miembro del consejo asesor de la CEV, miembro de AVE, etc. Colectivos ciudadanos todos que sirven para vertebrar la sociedad.

Si me queda algún espacio disponible lo dedico a la docencia. Estoy en varias escuelas de negocio dando módulos en másteres especializados en turismo o marketing, porque hay que transferir a los demás el conocimiento adquirido, y eso también me apasiona.

– ¿Nunca ha tenido la tentación de actuar empresarialmente fuera del turismo?

– No, ni siquiera cuando nos iba muy bien. Empresarialmente creo que hay tres cosas que he sabido hacer razonablemente bien: nunca he perdido el foco de aquello a lo que me dedico; nunca he planteado un proyecto empresarial teniendo en cuenta el apalancamiento financiero; y ambas cosas, cuando he tenido la necesidad de reinventarme, me han exigido afinar al máximo en la gestión, para conseguir mis objetivos con los menos recursos posibles; buscar siempre la eficiencia.