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Historia con protagonistas del Ibex

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Joaquín Oliete, consejero delegado y principal accionista de eactivos.com y Veo Comunicación 

A pesar de que los negocios en Dénia iban mejor que bien –”éramos dos o tres personas en la empresa y había meses que facturábamos hasta dos millones de pesetas”-, por presiones familiares, en octubre del 92, Joaquín Oliete trasladó su residencia a Valencia, y al ver la flota de la EMT en movimiento todos los días, el proyecto de desarrollar un sistema de información para vehículos en marcha se convirtió en prioritario en su cabeza.

Destinó tiempo y recursos económicos a desarrollar dicho sistema tecnológico, hasta que en el 94 registró una patente del mismo, Sistema Bussi, constituyendo una empresa para tal fin, Veo Comunicación. En síntesis, el sistema se basaba en un software que relacionaba una unidad emisora, que actualmente y después de 20 años sigue en los autobuses, con las diferentes unidades receptoras (situadas en las paradas) y que hacía que en el monitor del autobús se emitiese determinada información, según el receptor con el que contactaba el emisor en cada momento de su trayecto.

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“Hicimos la presentación del proyecto a la alcaldesa Rita Barbera, con un autobús parado frente al Ayuntamiento en noviembre del 95 y le gustó. Nos pidió hacer una experiencia piloto con la línea del 5, que tenía entonces 18 paradas y fue un éxito a pesar de las dificultades, ya que las paradas no tenían energía eléctrica y teníamos que alimentar los receptores de la señal con pilas, lo que limitaba el alcance de la misma. A medida que el autobús se acercaba a una parada, se activaba en el monitor la información sobre los monumentos y servicios públicos más próximos a la misma, así como mensajes publicitarios de los establecimientos y empresas de su alrededor”.

Consiguió la autorización para implantar el sistema en toda la EMT de Valencia, pero entonces estábamos hablando de equipar 480 vehículos, y la capacidad financiera de Oliete no daba para tanto. “En el 97 se juntaron muchas cosas: abrí mi propio estudio de fotografía industrial en una nave de la calle Almirante Cruilles, junto a la avenida del Puerto, éramos una nómina de 12 personas entre el estudio y Veo Comunicación y tuve que ponerme a buscar financiación”.

Una de las reuniones fue con Ricardo Egea, subdirector general de Bankinter, quien a los pocos días de celebrarse la reunión le dijo que estaba en Valencia Alfonso Botín, hijo de Jaime Botín, presidente de Bankinter, y que quería conocerle. “Nos reunimos en el hotel Azafata, junto al aeropuerto, le conté el proyecto y me pidió que preparase una presentación para el Comité de Dirección del banco en Madrid”.

La presentación tuvo lugar en marzo del 99 “y me estuvo ayudando para prepararla Agustín Mezquida, director de Marketing de la sociedad organizadora de los Juegos Olímpicos Barcelona’92”. La propuesta fue aceptada. El proyecto consistía en constituir una sociedad, Bussitel, con un capital inicial de 500 millones de pesetas, en donde participarían, además de Oliete a través de Veo Comunicación, Intergestora (sociedad de capital-riesgo de Bankinter, que dirigía Estanislao Urquijo), Manuel Ramiro (destacado profesional de la publicidad en toda Europa y asesor de Bankinter en esta operación), Grupo Almagro (grupo inversor madrileño) y algunos otros inversores minoritarios.

Para materializar el desembolso de los 500 millones de pesetas “era preciso que el Ayuntamiento autorizase la transmisión de la adjudicación de proyecto de la EMT de Valencia, de Veo Comunicación a Bussitel, lo que exigió un informe que tardó nueve meses”. En la primavera de 2001 se dio la luz verde. En 2002, con la EMT de Valencia funcionando, “nos adjudicaron la instalación del sistema en Sevilla -aquí nos ayudó José Manuel Lara, que entró en la empresa a través de Inversiones Hemisferio, patrimonial del Grupo Planeta-, y antes de acabar ese año nos adjudicaron también San Sebastián”. 

Y en 2003, tras reuniones en España y en México, “firmamos un contrato con Fernando Dosal, un empresario mexicano que tenía la concesión de dos líneas de autobuses en México D.F., con una flota de 600 vehículos. Se comprometía a comprarnos los equipos y nos pagaba 600 dólares USA por autobús y año en concepto de franquicia por uso del software”. 

– Si todo iba bien, ¿cómo es que Bussitel acabó en concurso y liquidación?

Porque el negocio exigía, para su rentabilidad, llegar a un determinado número de usuarios diarios de los autobuses municipales, unos dos millones, y eso solo se conseguía con las concesiones, además de las que ya teníamos, de la EMT de Madrid y de los autobuses de Barcelona. Eso exigía una nueva ampliación de capital en la empresa de 12 millones de euros; siete para el proyecto de Madrid y cinco para el de Barcelona, y por problemas accionariales no se llevó a cabo. Manuel Ramiro había fallecido y con él se había perdido el principal apoyo que tenía en el consejo para sacar el proyecto adelante. En 2006 presenté mi dimisión como consejero delegado y abandoné la empresa. Al poco tiempo, con 74 empleados, la empresa se declaró en concurso y acabó en liquidación.  

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