Soria, la bella desconocida

Soria, la bella desconocida

Soria está a tan solo tres horas y media de la ciudad de Valencia. Una tierra en las estribaciones occidentales de la Meseta, a la sombra de las Sierras de la Demanda y del Sistema Ibérico. Está considerada como una de las zonas más despobladas de Europa, menos de diez habitantes por cada kilómetro cuadrado, lo que hace que el paisaje y sus gentes guarden secretos que solo son descubiertos por viajeros de maleta intrépida. Un lugar perfecto para ser la primera parada a esos viajeros que buscan un lugar único donde respirar aire puro, saborear una gastronomía genuina y descubrir las raíces de la historia y de unas tradiciones que se remontan siglos atrás.

Montenegro de Cameros.

Montenegro de Cameros.

La provincia de Soria es cruzada, como una lanza guerrera, por las aguas del río Duero. Es el padre de estas tierras, quien da sustento a sus prados, a sus campos de labor y a sus pinares. Esas aguas nacen en las fuentes heladas repletas de neveros de la Sierra de Urbión, a más de 2.100 metros de altura sobre el nivel del mar y que, tras pasar por Soria, seguirán su camino regando los mejores viñedos de Ribera de Duero, Toro y Oporto antes de desembocar en el Océano Atlántico. La Sierra de Urbión es uno de esos hitos naturales que guarda Soria, con sus lagos glaciares, algunos tan afamados como la Laguna Negra, de la que se dice que no tiene fondo, y sus senderos de gran recorrido que van de cuerda a cuerda. Pero hay más lugares de naturaleza pura en Soria: el Cañón del Río Lobos con su ermita templaria y sus farallones de piedras donde cientos de aves rapaces anidan y sobrevuelan el paisaje como reyes del aire, o la Fuentona de Muriel con sus aguas turquesas, o los acebales más meridionales de Europa, o los bosques de ribera de Tierras Altas, los pinares resineros de Matamala, los sabinares de Calatañazor donde en inverno solo se oye el frío ulular del viento, los hayedos del Moncayo, las reservas de caza como la de Urbión donde jabalíes, corzos y ciervos son los señores…

La provincia de Soria también es historia y arte con mayúsculas. En esta tierra se encuentran los restos celtíberos de Numancia, villa asediada durante años por las legiones del Imperio Romano y que solo se rindió tras una defensa tenaz y en condiciones precarias. Precisamente, este año Soria celebra, por todo lo alto, los 2.150 años de esa rendición con un amplio programa de actividades que se reúnen bajo Numancia 2017. Se dice que la población soriana es fuerte, pertinaz y luchadora por la libertad como fueron los antiguos pobladores de esta tierra numantina que se rebelaron con todas sus fuerzas y finalizaron con una rendición heroica contra la poderosa Roma. Los restos arqueológicos de Numancia así lo narran en cada uno de los rincones del yacimiento arqueológico. Pero hay más Historia en las piedras cinceladas por el tiempo. Soria también son castillos como el de Berlanga de Duero por donde cabalgó el Cid Campeador, es románico como la portada de Santo Domingo en Soria capital o San Baudilio, curioso cenobio en mitad de los campos de labor, con su columna central en forma de palmera y sus paredes consideradas como la capilla Sixtina del arte románico castellano donde todavía pueden verse los restos de las pinturas murales de carácter pagano y cuyos originales están en el Museo del Prado o en el Metropolitan de Nueva York. Y hay más tesoros históricos como la catedral gótica de El Burgo de Osma y su colección de códices y beatos, las villas amuralladas de Almazán o Rello, los restos arqueológicos de Tiermes, conocida como la ciudad de las hormigas por tener parte de sus casas excavadas en la piedra, o el bello pueblo de Yanguas con sus iglesias barrocas y su torreón almenado o Ágreda, villa de la Dama Azul y una de las pocas ciudades europeas que guarda en sus rincones vestigios de las tres grandes religiones (cristiana, judía y musulmana) como Toledo o Córdoba. Son muchas las poblaciones que hay que visitar en Soria y si las nombramos todas no hay espacio ni tiempo.

Soria enamora de verdad. Y así ha quedado plasmado en los muchos escritos de grandes escritores que llegaron a esta tierra para escribir poemas, obras teatrales y grandes novelas y cuentos. Desde el anónimo escritor del Cantar Medieval del Mío Cid, al poeta Antonio Machado quien dejó en sus versos las mejores imágenes que se han escrito nunca sobre esta tierra, estas gentes y estos pueblos. Pero también Pío Baroja, Tirso de Molina, Gustavo Adolfo Bécquer, Dionisio Ridruejo, Santa Teresa de Jesús, Gerardo Diego, Lorca, Diego Laínez… y muchos otros que buscaron sus musas en los rincones de la desconocida Soria.

La mejor gastronomía

No podemos conocer un lugar si no comemos sus platos típicos y participamos en sus fiestas. Soria es gastronomía de primera con sus platos de caza y de pastor y con su micología que puede disfrutarse durante todo el año. El mundo gastronómico fungi es principalmente, con la llegada de la Trufa Negra en los meses de invierno cuando se convierte en un destino para amantes de la buena mesa que se acercan a Soria para degustarla al estar considerada una de las de mejor calidad de toda España, o en otoño cuando se recogen los boletus, los níscalos, las setas de cardo o las trompetillas de la muerte. Soria son productos naturales muchos de ellos con denominación de origen o marca de garantía como el Torrezno de Soria o la Mantequilla (natural, salada o dulce). Y también son verduras como el cardo rojo o dulces como las yemas de Almazán o la costrada (curioso pastel de hojaldre con crema y nata). Además, cuenta con grandes chefs en sus fogones reconocidos tanto nacional e internacionalmente. Dos de ellos cuentan con estrellas Michelin. Como se puede ver y saborear Soria es un menú completo a gusto de paladares sibaritas que buscan sabores indiscutibles de esta tierra.

Y si tenemos que conversar de fiestas no podemos dejar de hablar del solsticio de verano, esa noche de San Juan cuando las ascuas de la hoguera de San Pedro Manrique se convierten en una alfombra incandescente que es pisada con fuerza, valentía y determinación por los aguerridos vecinos de esta villa de los que no se sabe por qué razón nunca llegan a quemarse. Pero Soria son estremecedoras procesiones de Semana Santa y carnavales como La Barrosa de Abejar o la curiosa batalla de moros y cristianos de la Soldadesca de Iruecha. Todo para mantener vivas unas tradiciones que, en muchos casos, han pasado de abuelos a padres y a hijos.

Soria es esa desconocida tierra en España. Solo apta para esos turistas que vienen a conocer algo único, silencioso, natural y puro. Una historia que se ha escrito a base de batallas y defensas numantinas, de arte esculpido en piedras, dinteles y casa nobiliarias con delicadeza, de gentes que con el sosiego del pasar del tiempo nos acompañan a descubrir rincones que quedarán prendados en nuestros ojos y corazones. Porque Soria es tan desconocida que cuando se la conoce, no se olvida nunca.

 

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