La exuberante vegetación de Costa Rica, es algo que sorprende, un país lleno de parques naturales, donde hace años se inició una política de protección de su paisaje y su fauna, que ha permitido que hoy casi todo su territorio sea reserva de la biosfera. Tortuguero es un espacio singular, conservado como siempre fue, donde uno tiene la sensación de introducirse en medio de la madre naturaleza.

No hace muchos años, los años 40, la llegada de la industria maderera transformó algo el lugar, dando empleo y transformando algo los canales de este maravilloso territorio, pero no duró mucho y, en el año 1972, con el final del último aserradero, la gran parte de la población desapareció y el pueblo volvió a su estado original. El primer teléfono se instaló en 1972 y en 1979 se estableció el transporte dos veces por semana a Tortuguero. El turismo empezó a realizar su aparición, porque en ese mismo año, en 1972 se creó el Parque Nacional Tortuguero, con una exquisita preocupación por la sostenibilidad y porque lo que se haga, esté perfectamente integrado con el paisaje y con el parque. Así que la experiencia original está garantizada.

La llegada, prácticamente por una pista sin asfaltar, hasta un parking que actúa a la vez como embarcadero, te permite dejar el vehículo, porque a partir de ese momento todo el movimiento en el parque se realiza en barcas, es el transporte local. Al subirte en ellas y empezar la entrada al parque, te das cuenta que has entrado en un inmenso bosque tropical húmedo, exuberante y majestuoso que cubre las orillas del canal por donde vas serpenteando. Puedes sentir como te vas introduciendo, como te vas perdiendo por el interior del parque y te sientes abrumado por la inmersión en la naturaleza. Caimanes, monos, aves, tortugas… fauna, todo fluye alrededor, tú eres un simple espectador.

Al final, hay una franja costera arenosa, que a su vez es el área de desove más importante del Caribe occidental, principalmente de la Tortuga verde. Y este fue uno de los motivos principales de la creación del parque, su protección. Y en esa franja está el pueblo de Tortuguero, una comunidad rural, asentada sobre el suelo arenoso de la playa. No circulan coches, solo barcas y bicicletas, un pequeño pueblo que en un lado tiene el mar y al otro los canales, casas llenas de colores, simpáticas, caribeñas al 100 %. Una delicia pasear por su Quinta avenida, viendo el mar, o parándose a tomar una cerveza en sus muchas terrazas. (Me gusta como en muchos lugares llaman a su calle principal Quinta avenida, como ocurre también en Playa del Carmen, México).

Pero hasta llegar al pueblo de Tortuguero, has atravesado todo el bosque tropical, a través de los canales, de lugares inundados de agua, pantanosos y repletos de vegetación. Y probablemente primero te dirijas a alguno de los hoteles que están integrados en el parque, cuidadosos con el medioambiente, han resuelto de una forma magnífica su integración, tienes la sensación de dormir en medio de la jungla, toda la vegetación sobre ti y todos los sonidos inimaginables, una experiencia preciosa.

Con nuestra visita, no solo podemos disfrutar de este espacio singular, sino que ayudamos a la protección del parque, aportamos recursos económicos y permitimos que una comunidad que sobrevivía de la caza de la tortuga, viva actualmente del turismo, aliándonos con la protección de estas y de toda su fauna. Una transformación muy bien resuelta.

También hay pequeños senderos integrados en el bosque donde, ayudados por guías nativos podemos recorrerlos observando la naturaleza en su estado salvaje, localizando la fauna, aprendiendo de ella y disfrutando de un recorrido único. No me imagino adentrarse en este bosque sin estos senderos, sería realmente imposible, por la inmensa vegetación que tiene y seguramente por el peligro que ello conlleva.

Los canales tienen diferentes nombres, los hay estrechos y sinuosos y los hay amplios, pero el Caño Palma tiene una particularidad sorprendente, ya que el color de sus aguas es de un negro intenso. A llegar a él, a través del Caño Palacio o de la Laguna Penitencia, donde sus aguas son color café, nos adentramos en un canal de un color negro intenso debido a la descomposición en el fondo del cauce de diversas palmas y árboles. Además, sus aguas transcurren muy lentas por este especio, así que suele estar en total calma y navegar por él es una delicia.

La experiencia de Tortuguero no deja indiferente a nadie.