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El primero de una nueva era en Aston Martin

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Prueba del Aston Martin DB11 

Corría el año 2011 y lo recuerdo como si fuera ayer, me subía al flamante 911 de séptima generación para llevar a cabo una prueba como esta. Volkswagen había adquirido ya un paquete accionarial importante de Porsche, tras una rocambolesca operación que se inició en 2009, con peleas familiares de por medio, en las que Porsche intentó primero comprar Volkswagen.

Mientras me entregaban aquel coche, yo insistía en preguntar cuánto de Volkswagen tenía ya aquel nuevo modelo y las respuestas que recibía se resumían en “algo”, “el navegador”, “Porsche es Porsche”, etc.

Y se dirán ustedes: ¿a qué viene esto? Pues a que, como si fuera un ‘déjà vu’, experimenté sensaciones similares el día que recogí este Aston Martin DB11. Y es que, en 2013, Daimler (Mercedes-Benz) ha iniciado una adquisición paulatina de acciones de Aston Martin, que en estos momentos solo alcanza el 5 %, pero que podría desembocar en una absorción total, siguiendo el proceso habitual de compra de este tipo de multinacionales.

Además, también tras el lanzamiento de este nuevo DB11 con Daimler ya en el accionariado, se habla en la marca de una nueva Aston Martin. Y también, como en el caso de Volkswagen y Porsche, encontramos aquí ya, a la vista, componentes de Mercedes-Benz, como el sistema de información y entretenimiento, algunas palancas y conmutadores, y parece ser que el sistema eléctrico.

La pregunta es: ¿qué más hay de alemán en este británico? Yo contestaría con otra: ¿si ustedes fueran Aston Martin y tuvieran a la poderosa Daimler en el accionariado, no se aprovecharían de su tecnología y saber hacer? Pues de momento, en Aston Martin solo hablan de Daimler como un proveedor más.

Con esta prueba, nos sentimos enormemente afortunados en Economía 3, pues hemos podido contar durante varios días, con una de las primeras unidades en llegar a nuestro país. Puede que quizá sea la primera. Para corroborar su exclusividad, por novedad, viene firmada incluso con su correspondiente placa conmemorativa, con la denominación ‘Launch Edition’.

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El sustituto

Como imaginarán, los adjetivos positivos que le vienen a uno a la cabeza son infinitos, tanto cuando se le mira, como cuando se le conduce. En mi mente se repite la expresión “insultantemente bonito”. Y es que verlo rodar entre el tráfico de Valencia era casi como portar una obra de arte y doy fe que en esta ciudad sentimos pasión por este tipo de belleza.

Dos grandes retos tenía que afrontar el DB11. Primero, el ya visto de encarnar la imagen de esta nueva Aston Martin; segundo y no menos importante, sustituir en la gama al icónico DB9. Respecto a este, el DB11 es nuevo en todo. Estrena incluso plataforma fabricada totalmente en aluminio, que es 39 kilos más ligera, pero ofrece un 20 % más de rigidez torsional.

También las cotas varían. El nuevo es 50 milímetros más largo, 28 más ancho y 3 más bajo. Esto, como se puede ver en las fotos, se traduce en un deportivo con una apariencia todavía más brutal. En la práctica, además, significa mayor aplomo y confort, y un espacio interior superior, como ahora veremos.

¿Qué decir de su imagen exterior? Simplemente brutal. Moderna y vanguardista, destaca sobre todo por un nuevo techo fabricado en aluminio, que baja el punto de gravedad y encima le da un aspecto como de dos cuerpos al conjunto. Además, se puede pedir en distinto color al resto de la carrocería, para crear un espectacular contraste. En el coche probado era negro. Los materiales, tanto fuera como en el interior, son intachables. Y los acabados, perfectos. Llama la atención, por ejemplo, que las lamas de la calandra son de caro aluminio y no de plástico, como suele ser habitual.

Su diseño, como es normal, está condicionado por la aerodinámica. En este caso, Aston Martin ha trabajado mucho en el túnel del viento para obtener la eficacia y eficiencia de un superdeportivo, pero sin tener que renunciar a su elegante estilo inglés, utilizando voluminosos alerones y deflectores. Para ello, han creado dos innovadores sistemas. El curlicue aprovecha el aire que entra por la parte delantera, para obtener carga aerodinámica en esa parte, reconduciendo el mismo sobre todo por las branquias laterales. El aeroblade redirige el que entra por las dos aberturas que se pueden ver en las ventanillas traseras, para llevarlo por debajo del alerón trasero generando carga aerodinámica en el tren trasero. Un minúsculo alerón, que se acciona automáticamente a ciertas velocidades según el modo de conducción elegido, hace el resto.

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El interior ofrece un vanguardista y exquisito diseño en el que destaca el sistema de infoentretenimiento de origen Daimler

Buscándole fallos

Como buen probador, uno siempre se pone al volante de un nuevo modelo tratando de comprobar si las alabanzas que se dicen de él son ciertas; en suma, buscándole fallos. Como comprenderán, ha sido tarea difícil en este caso. Del mismo modo que en la carrocería, todos los materiales tienen una apariencia y un tacto espectacular y, además, cada elemento ha sido cuidadosamente acabado a mano.

Para más inri, las precisas palancas de Mercedes-Benz que podemos encontrar para accionar los intermitentes, limpiaparabrisas o el control de velocidad de crucero, parecen tener aún más calidad que en los coches alemanes. Lo mismo ocurre con la pantalla del sistema de información y entretenimiento y sus botones de accionamiento, que incluye un sofisticado joystick táctil.

El cuadro de instrumentos es simplemente espectacular. Con tecnología totalmente digital, transmite directamente la deportividad del vehículo y, además, muestra la información con mucha claridad y precisión. Solo un ‘pero’, de los pocos que tiene el coche: su retroalimentación es acusada, incluso bajando la iluminación al máximo, haciendo demasiado perceptible que se trata de una pantalla.

Y ya que estamos con cosas que no nos gustaron, el potente y avanzado sistema de sonido Bang & Olufsen no parecía ofrecer toda la calidad a la que nos tiene acostumbrados, pues el subwoofer no era capaz de interpretar muchos sonidos. Quizá sea un problema de estas primeras unidades y más del proveedor que de la propia Aston Martin.

Mención aparte merecen sus asientos. Con forma de alienígena -y perdón por la frikada-, combinan a la perfección vanguardismo y lujo con un diseño muy original. Lógicamente, sus posibilidades de ajuste los hacen perfectamente cómodos. Y ya que estamos con los asientos, hablemos de los traseros.

Lógicamente, ganan en espacio con el incremento de tamaño del vehículo que experimenta el DB11 respecto al DB9, pero aparentan más de lo que son. Y es que, solo niños y de poca edad podrán viajar en ellos. El maletero también tiene una capacidad testimonial, aunque suficiente para un viaje de pocos días de dos adultos.

Hablemos de lo que muchos estarán esperando: su comportamiento dinámico. A la espera de la llegada a Aston Martin de un motor V8 de procedencia Daimler (seguramente firmado por Mercedes-AMG), este DB11 sigue confiando en un enorme 5.2 V12. Eso sí, con función de desconexión de cilindros y sistema de arranque y parada automática.

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AVE privado

Sus 600 CV y, sobre todo, sus 700 Nm de par, se entregan con una elasticidad tal, que parece más un tren que un coche. Incluso en el más deportivo modo de conducción, Sport+, empuja con elegancia, aunque notemos como se desliza el tren trasero si lo hacemos bruscamente.

También el sonido es más perceptible, pero de nuevo suena como una exclusiva sinfonía. Eso sí, sus datos son como los de un superdeportivo radical: de 0 a 100 km/h en 3.9 segundos y velocidad máxima de 322 km/h.

La caja de cambios todavía no es de Daimler, aunque estamos seguros de que también acabará siéndolo, pero la ZF actual, de 8 velocidades, es muy precisa y rápida, y eso que tampoco es de doble embrague.

Quizá sea un dato que importe poco al comprador de este coche, como imaginarán, pero ciertamente el consumo es más que destacable para un coche con un motor de estas características. En nuestra prueba medimos alrededor de 17.7 litros en ciudad y 9 litros a 120 km/h, muy lejos, a su favor, de las cifras de su predecesor. El equipamiento, como supondrá el lector, incluye de serie casi todo. Lo más destacado ya ha sido mencionado a lo largo del texto. Los niveles de personalización, como es habitual en la marca, son infinitos.

Y llegamos a otro de los aspectos clave, el precio. Si alguien se había hecho la ilusión de compararlo con un Porsche 911, su gozo en un pozo: estamos hablando de Aston Martin, señores. La unidad probada cuesta algo más de 280.000 euros, y con algo menos de equipamiento no pensamos que baje de 260.000. ¿Vale la pena pagarlos? Sinceramente, sí.   

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