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Mujer y Empresa: ocho años de Ley de Igualdad

j2015--junio-opi-Cierval-josevicente-gonzalezPresidente. Confederación de Organizaciones Empresariales de la Comunidad Valenciana (Cierval)

Casi con total seguridad, la mayor parte de los empresarios de la Comunidad Valenciana piensan que en su empresa no existe discriminación por cuestión de sexo. Pero si preguntáramos a la plantilla, veríamos, sin embargo, que aún se puede mejorar. Mas de 60 % de los licenciados universitarios son mujeres y obtienen mejores resultados académicos, según el Informe de PwC, La mujer directiva en España”. El 45 % del mercado laboral español es femenino pero, sin embargo, a medida que vamos avanzando hacia la alta dirección, el porcentaje disminuye estrepitosamente.

Las mujeres directivas en España aumentaron siete puntos porcentuales entre 2004 y 2009, pero desde entonces este porcentaje se mantiene estancado, según el Women in Business 2014”, de Grant Thornton. Hoy las mujeres ocupan el 22 % de los cargos directivos de las empresas medianas y grandes en España.

Desde la aprobación del Código de Buen Gobierno de las sociedades cotizadas (2006), y la Ley de Igualdad (2007), se ha incrementado considerablemente la presencia de mujeres en los consejos de administración de las empresas Ibex, donde la participación femenina ha pasado del 5 % en 2006 al 15,60 % en 2013. Sin embargo, transcurridos los ocho años del plazo legalmente fijado por la Ley para llegar a la paridad en los consejos, tan solo un 12,09 % de las empresas la han alcanzado.

De seguir a este ritmo, serán necesarios 20-25 años más para conseguir el equilibrio. Una situación incomprensible cuando sabemos que una organización laboral igualitaria es más eficaz y que la diversidad de género aporta valor a las empresas, porque las mujeres tienen una gran capacidad para impulsar y liderar el desarrollo. Los empresarios somos conscientes del trabajo que hay por hacer desde el mundo de la empresa y de la necesidad de establecer mecanismos que impulsen a la mujer al primer nivel de la dirección. Necesitamos incorporar a mujeres directivas y líderes que asuman una responsabilidad incluso más allá de sus propias empresas, y una participación relevante y proactiva en la construcción de la sociedad.

Los Planes de Igualdad son una herramienta para establecer indicadores y objetivos de presencia femenina. Pero hay que dar mayor visibilidad a las mujeres con talento, desarrollar sistemas de evaluación y promoción interna por objetivos y asegurar que el talento femenino no se va perdiendo a medida que avanzamos en los distintos niveles de la organización.

Muchas de nuestras empresas ya están haciendo sus deberes a través de la implantación de Planes de Igualdad, políticas de conciliación familiar o el establecimiento de criterios de productividad basados en satisfacción de plantilla, clima laboral etc.

La igualdad entre la mujer y el hombre va más allá del mundo de la empresa o del laboral y empieza desde la infancia. Supone, además, terminar con la lacra social de la violencia de género. Y es un objetivo que se debe plantear desde diferentes ámbitos, no exclusivamente en el de la empresa, sino también en el escolar, el familiar y el social.

Los empresarios de la Comunidad Valenciana, a través de nuestra organización de pymes –Cepymeval-, suscribimos el Pacto Empresarial Valenciano contra la Violencia sobre la Mujer, por el que las empresas se comprometieron a realizar contrataciones preferentes de mujeres maltratadas, para abordar la verdadera causa de la violencia de género: la asimetría en las relaciones entre mujeres y hombres.

Me permito realizar un repaso adicional sobre las razones para aplicar la igualdad en nuestras empresas: por mejorar la productividad, por mejorar la calidad, por la satisfacción personal que supone ser justo mientras se gana eficacia y, por último, por cumplir recomendaciones y normativas.

Desaprovechar el talento empresarial del 51 % de la población –las mujeres–, no puede ser económicamente racional. Por eso, si se pretende maximizar los beneficios y la rentabilidad, debemos alentar a las empresas para que favorezcan y potencien la integración de todo el talento disponible en nuestra sociedad.

La conquista de la igualdad y el respeto a la dignidad humana y la libertad de las personas, tienen que ser un objetivo prioritario para todos y cada uno de nosotros a nivel individual y social. Y en esta tarea, las empresas y sus organizaciones juegan un papel fundamental como parte integrantes de la sociedad civil y como generadores de empleo, porque sin igualdad nunca habrá un crecimiento económico correcto ni estable.

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